miércoles, 16 de setiembre de 2009

Nuestro documental. La inundación de 1959


En abril de 1959 un relator de la vuelta ciclista del Uruguay (imaginen su voz nasal) relataba: "se ve una llovizna pasajera cayendo sobre el pavimento de nuestras rutas nacionales"


Este sería el inicio de una de las catástrofes más grande que el Uruguay recuerda en su historia. A las generaciones más jóvenes nos llegó en formato anécdota de nuestros padres y abuelos. Este es el inicio del documental que estamos realizando con Caíto, nos iremos toda la semana próxima por el interior, a programas de radio, y de televisión para comunicarnos con los personajes que hayan vivido dicha época, para que llamen contando su historia y luego conocerlos personalmente. Todo este proceso de viaje y de búsqueda quedará plasmado en el documental, para mostrar el organismo vivo que es todo producto creativo, así iremos descubriendo nuestra película junto al espectador.


Se recuerda por muchas personas como la única vez que hubo algo similar a un estado de guerra en nuestro país. Los pueblos quedaban aislados, debiendo racionar los víveres, ya que en algunos casos solo les llegaba vía aérea la comida. En casos de evacuación, muchas mujeres se separaban de los maridos, no teniendo noticias de estos últimos por semanas.





En todo este caos que ejercieron las fuerzan naturales, el pueblo uruguayo dió una lección de solidaridad y de unión que quienes me lo contaron se emocionaban o se les ponía la piel de gallina. No se trataba de un hecho aislado, era un modo de vivir en el cual cada uno hacía lo que tenía a la mano para ayudar. Los voluntarios eran de toda índole: los radioaficionados, que hacían posible la comunicación y sus casas en los pequeños pueblos eran centro de reunión ya que era el único medio de comunicación posible; los aviadores que a veces volaban 20 horas al día y hacían posible el abastecimiento y aprovisionamiento de quienes habían quedado rodeados por el agua; mujeres que cocinaban para veinte personas que no conocían, otros cocían cuadraditos, que luego los enviaban a otra familia que los cocía y hacía frazadas.




Las fuerzas armadas tuvieron al mando siete ministerios para coordinar el plan de evacuación y de contingencia. Fue extremadamente eficiente el plan y cercano a las necesidades de los damnificados (que palabra), en tiempos que el ejército gozaba onc un reconocimiento y cariño del pueblo, fruto de Figuras pro democráticas, pero fuera de eso de una profunda humanidad como Seregni, Magnani, entre otros. Cercanía que luego otros militares que se hacían llamar Tenientes de Artigas (que eran más cercanos a Hitler que a nuestro prócer) se encargarían de derribar, cometiendo las mayores atrocidades de las que se tenga memoria en nuestro país y en Latinoamérica.

Mi abuelo, el Tata Venancio fue el que comenzó mi amor por este episodio histórico, en esa época era el jefe de turno de la central hidroeléctrica de Bonete, que era una de las pocas fuentes de energía en nuestro país. El Río Negro creció trece metros y medios lo que el encargado de la construcción de la represa un ingeniero suizo llamado Ludin, calculaba que pasaría en 500 años. Cuando el agua crecía a un ritmo increíble y asomaba con tapar la represa, pocos hombres se quedaron a riesgo de vida, ya que no se sabía si resistiría la represa, con el riesgo que eso conllevaba que fuera devastado Paso de los Toros, Bonete, Baygorria, Mercedes, y todo lo que estuviera al paso del Río Negro, así quedó la represa.



Fue en este momento cuando estaba casi al límite que estuvo Fidel Castro, el Venancio lo acompañó por la represa, en esta foto están de charla junto a Magnani, Maissonave y el Venancio.



De todo esto y del viaje por el interior surgirán las imágenes y anécdotas, con las que será armado el documental, apenas esté el trailer lo subo y lo veremos juntos. Estoy gozado de alegría con esto.
Les mando un abrazo grande.

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