Salí a dedo a la sierra con rumbo posible a San Marcos Sierra, La Rioja, Catamarca o cualquier lugar que se llegué en camión desde una estación en los suburbios de Córdoba. Tenía destino en San Marcos Sierra, o eso parecía ser un posible destino. En la estación me levantaron bastante rápido llevándome hasta Cosquin a un puente donde pasaba un Río que bajaba por las piedras de los cerros. Ahí desplegué guitarra y comencé a tocar, es posible que cuando vean la guitarra se incrementen mis chances de ser llevado, de hecho ahora que lo pienso cuando estoy en la ruta soy como un dedómetro continuo analizando movimientos de autos, reacciones mías y ajenas ante imagen, gestos y disposición de objetos.
Hice un dedo del cual me gustaría recordar cara, nombre imposible, que me llevó hasta la Falda. Paseando por regiones serranas que elevan el espíritu del viajero. En la Falda me clavé como 3 horas, que después resultaron ser estratégicamente vitales. Ya muerto de hacer dedo en una estación en la que de rato hacía dedo y escribía el navegante (pequeños autobomobos subliminales sublinguales como este son esenciales para la promoción propia) en los tiempos libres. Pregunto a un auto y me dice no voy pa donde querés ir pero te arrimo a un lugar me dice hasta ese momento un buen valor de ahí. En el camino hasta la casa charlando me dice que es de Couch página por la que a veces me aloja gente muy macanuda en mis viajes, dispuesta a abrir su hogar hasta ese momento desconocido, para transformarlo en un amigo. Y cuando me estaba por bajar le digo, Che y vos no te animás a alojarme hoy de noche, lo agarré medio sorprendido, - bueno dale-.
La casa del Mati es en la Falda de un cerro, un lugar donde uno se olvida de las luces de neón en un marco de madera duende para charlar y cliquear de energía urbana a serrana. Mati es un amigazo con la complexión corporal del hormiga Alzamendi pero más robusto, siempre dispuesto a la sonrisa y a cualquier propuesta culinaria, agraria o existencial. Vive con tres perros y un bosque. El Mati vive hace como 30 años en La Falda, nació en Rosario pero a los ocho años sin decirle nada lo sacaron los viejos en una frazada en y salieron a la ruta directo a las sierras de Córdoba refugio de muchos, cuando había un puesto policial, se terminaba la carretera y el camino era el campo traviesa. Su casa fue un lugar que luego en el viaje sería base en 3 ocasiones, las dos veces que jugué al frontón en mi vida fueron acá, en un viejo hotel. Que deportón el frontón, me encantó, cada paletazo es un fogonazo de energía lanzado por el brazo, una especie de aduken. Al otro día lo ayude a transplantar a maceta unas canás, uno de las varias prácticas agrarias de este viaje. Descansé mucho, hay veces que uno no sabe porque está tan cansado, que quiere dormir un sueño fantástico, donde el cuerpo se regenere a la par del mundo haciéndose un lugar que de gusto habitarlo, levantarse conectado al devenir de la materia. Esto sucedió y el mundo brilló como el sol de la mañana bañando despacito a los cerros.
El Mati y su compañera Luna madre de Osa. |
Me fui a Capilla del Monte a la casa de un chamán que era el suegro de Marcelo, un amigo músico de La Falda al que conocí una noche. Apenas llegué cargado comencé a dirigirme con las mochilas para el Faldeo, lugar donde están la mayoría de las casas naves.
En camino paré en una casa donde había una pareja sentada sobre un mantel violeta con llamitas, seguramente procedente de Bolivia, me invitaron con un vaso de agua, luego con unas galletitas con semillas de lino y un mate. Marisol y Catriel son una pareja de esas que resplandecen con luz unitaria, Mari profesora de yoga, cada vez que me veía me convidaba con algo como esas tías, madres y abuelas entrañables que nos demuestran el amor dándonos de comer, creo que algo de eso también herede en mi gusto por la cocina. Catriel luego de algunas charlas ese día y el siguiente, reveló conceptos bastante novedosos para mi, el lenguaje Irdin lenguaje que hablaban los primeros visitantes que llegaron a la tierra, este lenguaje que toma las frecuencias que irradian los objetos sería una de las raíces de los primeros lenguajes como el sánscrito, también habría influenciado el griego antiguo y el latín. Las ciudades intraterrenas, ciudades que se encuentran bajo ciertos puntos de la tierra, Erks que es una de ellas se encuentra bajo el cerro Uritorco que queda en Capilla del Monte donde me encontraba ahora, aquí un mapa. Las frecuencia solfeggio, frecuencias sanadoras, conocidas por los monjes practicantes del canto gregoriano, se asocian a la frecuencia de cada órgano, por el efecto de resonancia un sonido hace resonar otro a la misma frecuencia, cuando un órgano está enfermo modifica la frecuencia, volverlo a la anterior es un camino a la sanación.
Esta pareja amiga me regaló una chakhana o cruz andina que ahora llevo en mi cuello y representan entre ortas cosas El principio de la correspondencia; la relación vertical entre la parte final superior e inferior de la figura; el principio de la complementariedad; la relación horizontal entre la izquierda y la derecha; el curso cíclico del tiempo: las extremidades de la figura en conjunto forman una rueda que gira.
Fui con un titiritero Entrerriano que se llamaba Carlos que luego visitaría para conocer a esos personajes y su mujer poetisa, veterano artistas de la vieja guardia. Aquí probaría las tortas con harina de algarroba, una harina dulce extraída de la vaina de este árbol. En su juventud viajarían en una combi floreada por la Argentina y América.
Luego subí un poco más las calles de tierra y me encontré con un veterano al que le pregunté si se llamaba Eliseo y me dijo que si, iban para el pueblo con su pareja Marina ser dulce que habita la falda del uritorco. Eliseo es un chamán que fabrica instrumentos con madera que recoge por la vuelta, desde djembes hasta tambores guerreros, charangos, flautas, quenas, shakuhachis (flautas japonesas). Con él compartí muchísimas charlas, comidas y por último un taller de chamanismo donde a través de música me llevo a hacer un recorrido por asuntos vitales luego de que Mariana me llevara a un estado de relajación total a través de algunos ejercicios de yoga.
En su casa reinaba la oscuridad por la noche, casi sin luces y la luz casi total por el día entrando por todos los rincones, allí coloqué mi carpa de forma que veía la luna salir por el Uritorco y la podía observar casi toda la noche, de día los primeros rayos del sol entraban a calentar mi hábitab y a llenarme de energía.